DESARROLLO URBANÍSTICO
Trataremos
de analizar cómo la ciudad ha ido desarrollándose desde sus orígenes
hasta nuestros días. A la vez que vamos desglosando los posibles
ensanches, nos detendremos en aquellos monumentos, plazas y esculturas
que de una forma arbitraria han ido, a lo largo de los siglos, marcando
y dándole su personalidad a la ciudad. El esquema que seguiremos
será: en primer lugar, el núcleo de la Alcazaba y sus alrededores,
en segundo lugar, el Campo de San Juan o bien Plaza de España, en
tercer lugar, los ensanches fuera de la Muralla Vauban y, por último,
el apartado de plazas, jardines, fuentes y monumentos escultóricos.
Nos gustaría poder hoy describir muchos de aquellos monumentos que los cronistas más antiguos y viajeros describen y analizan en sus libros. Pero esto en muchos de los casos no nos va a ser posible y las razones son varias: destrucción del conjunto monumental, los continuos enfrentamientos bélicos y, fundamentalmente, la falta de sensibilidad estética que se observa a lo largo de la historia de la ciudad.
La ciudad, por razones geográficas, históricas, económicas,
políticas y sociales, no presenta unos caracteres artísticos fácilmente
encuadrables o aclaratorios; esto provoca en la mayoría de sus contempladores
una cierta confusión. De todas maneras sí podemos concretar algunos
elementos: El primero, su carácter fronterizo y militar que se advierte
en el aspecto defensivo de su recinto amurallado, además de haber
sido destacamento militar, sobre todo en los siglos XVII, XVIII
y XIX, estando su espacio urbanístico ocupado por cuarteles y dependencias
militares. El segundo aspecto podría ser el eclecticismo artístico,
es decir, el mezclar en un mismo edificio elementos artísticos de
períodos a veces arcaicos. Este elemento es sumamente importante
y necesita un mayor análisis que el que ahora podemos dedicarle.
¿A qué se puede deber? Para nosotros existen varias razones: económicas,
que podrían ser la escasez monetaria para realizar grandes obras
o bien para contratar a importantes maestros; políticas, desde el
punto de vista de las instituciones y organismos públicos y privados
de la ciudad que relegaron su papel en estos menesteres, dejando
todo al azar y a la continua improvisación; y por último, razones
estéticas, entendiendo el término como una falta total de sensibilidad
ante este tipo de cuestiones. Todo ello ha ido configurando y constituyendo
ese “eclecticismo” que está tan presente en la ciudad.
Pero encontramos aún un elemento más claro que es el no existir “un verdadero desarrollo histórico – artístico” lo cual nos va a impedir el hacer un estudio cronológico exhaustivo, ya que los elementos se superponen o, a veces, retroceden dificultándonos su desenlace. El paisaje urbano se modifica a partir de 1835, con el proceso de desamortización, creando por primera vez la necesidad de un intento de modernización y reconstrucción, aunque sin atreverse a salir del cinturón Vaubán. Sólo por necesidades del ferrocarril el paisaje urbano permanece intramuros. Es por tanto el siglo XIX una fecha clave para comprender en buena parte el eclecticismo y la verdadera adecuación a las nuevas necesidades. Algunos de estos cambios se observan en la reutilización de iglesias y conventos por espacios laicos (mercados, hospitales, paseos, centro culturales). Intentaremos describir el paso de una ciudad del Antiguo Régimen hacia una nueva ciudad del progreso y la modernización, más acorde con su nuevo papel, donde sus habitantes le han ido exigiendo nuevos espacios hasta llegar a la expresión actual. Para ello les proponemos un recorrido que puede comenzar en el núcleo de origen de la Alcazaba y sus alrededores.
En él sabemos que se asienta la población desde épocas prehistóricas, pero que adquiere verdadera presencia desde la época árabe. Como ya hemos descrito su recinto amurallado, torres y puestas de acceso, ahora nos detendremos en aquellos monumentos que en un pasado ocuparon el espacio actual, de los que nos quedan algunos restos o interesantes descripciones que debemos conocer.
El primer edificio que domina el recinto de la Alcazaba es
el Palacio de los Duques de la Roca, actual Museo Arqueológico.
Muy cercano quedan restos del Palacio Episcopal, que debió estar
situado entre el Palacio de los Duques de la Roca y lo que fue Hospital
Militar. De él sólo se conserva un torreón realizado en sillería,
y en uno de sus lados se abre una ventana trilobulada. Se desconoce
la fecha de su fundación y, evidentemente, los planos de su construcción.
Sólo sabemos que fue cedido por Juan I en 1380, aunque debió existir
antes como zona de almacén. Sufrió varias restauraciones en los
siglos XV, XVI y XVII, hasta que en las guerras con Portugal quedó
destruido y el obispo Marín del Rodezno mandó hacer uno nuevo en
el año 1681, buscándole un nuevo emplazamiento en la calle del Obispo,
que hoy no se conserva.
El antiguo edificio sirvió de cuartel y durante la guerra de la Independencia los franceses lo utilizaron como prisión, quedándonos como único resto el torreón descrito.
El Hospital militar. La construcción actual es obra del siglo XIX, aunque nos interesa por ocupar lo que debió ser mezquita en época árabe y, a su vez, la primitiva catedral de la ciudad, llamada “Santa María del Castillo”.
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