VIERNES SANTO COFRADÍAS:
-COFRADÍA DE LA ENTRADA TRIUNFAL DE CRISTO EN JERUSALÉN (CRISTO REY), SANTÍSIMO CRISTO DE LA PAZ Y NUESTRA SEÑORA DE LA PALMA (Iglesia de San Roque) -PONTIFICIA Y REAL HERMANDAD Y COFRADÍA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO YACENTE (SANTO ENTIERRO), NUESTRA SEÑORA DE LAS LÁGRIMAS Y SANTIAGO APÓSTOL (Parroquia de Santa María La Real) -PONTIFICIA Y REAL HERMANDAD Y COFRADÍA DE NUESTRO PADRE JESÚS DE LA HUMILDAD Y PACIENCIA Y NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD (Ermita de la Soledad)
7-Pasos
Paso de Nuestro Señor Jesucristo Yacente
La imagen del Cristo Yacente es una talla portentosa de finales del S. XVII o principios del S. XVIII y de autor anónimo, pudiendo considerarla como de escuela castellana. Contemplarla de cerca es verdaderamente sobrecogedor, pues la naturalidad serena y solemne de su rostro contrasta con el violento “rigor mortis” de su cuerpo. Los limpios rasgos de su cara y el cuidado tallado de su cabello y barba, configuran un magnífico trabajo, enfatizado por el realismo con que se representan las inflamadas venas de sus sienes, que muestran la marca dejada por las espinas de la corona, así como por la tenue lágrima, levemente bañada en sangre, que cae por su mejilla, mientras la boca permanente entreabierta.
Como decía, la belleza plástica del Cristo Yacente se transforma en patetismo al ver su cuerpo en escorzo y tremendamente lacerado. Éste, de estudiada y maravillosa anatomía, se muestra en tensión, al igual que sus brazos, cayendo el derecho sobre su pierna y el izquierdo a lo largo de su cuerpo, en los que se muestran al detalle las marcadas venas que lo recorren. Las piernas están semiflexionadas y en tensión, acentuándose su perfecta ejecución anatómica y la violenta postura que posee esta magnífica imagen. Las abiertas heridas en los hombros, rodillas y piernas, junto con la frialdad de los huecos dejados por los clavos, aumentan el sentimiento de sufrimiento, no exento de tenebrismo, que desprende la talla.
En su pecho se abre un sagrario de gran tamaño forrado en pan de oro que, actualmente, se encuentra vacío y que añade otra característica especial a este valiosísimo Cristo Yacente de Badajoz.
Paso de Nuestra Señora de las Lágrimas
La imagen de la Virgen de las Lágrimas es absolutamente incomparable;
dotada de una delicadeza, naturalidad, distinción y belleza únicas,
que la convierten en una efigie totalmente diferente y en la preferida
de muchos pacenses. Una de las características que más destaca en
el rostro de esta imagen es su palidez, que, junto con los ojos
prácticamente cerrados que sólo dejan entrever sus iris, su boca
lívida entreabierta y sus manos unidas, presentan a una Virgen muerta,
yerta; estado que muchos han dado en llamar la dormición de la Virgen.
Las lágrimas que pasean por su mejilla le dan un soplo de vida y
bañan la extremada delicadeza de un rostro, a caballo entre el sufrimiento
y la paz más serena, sentimiento que transmite de manera perfecta
con sus inmaculados rasgos. Esta palidez inmensa y distante sólo
se ve interrumpida por el tono encarnado que surge del interior
de su boca, suavemente trazada, lo que le da un sutil toque de calidez,
confiriéndole una gran autenticidad a la magnífica Dolorosa de las
Lágrimas. Parece ser, según datos del Archivo Diocesano de Badajoz,
que la imagen de vestir que hoy procesiona se realizó entre 1686
y 1695, tallándose las manos en 1709, y aunque se desconoce quién
fue su autor, es de escuela castellana. Por las fechas señaladas
parece lógico pensar que esta imagen vino a sustituir a otra anterior,
que ya acompañaba al Cristo Yacente en la procesión del Santo Entierro
en el S. XVI, cuando la Cofradía comenzaba su desfile desde la Ermita
de Santiago o de Las Lágrimas, en el interior de la Alcazaba árabe.
La Virgen de las Lágrimas va vestida a la antigua usanza, con el típico rostrillo de blonda bordada que enmarca su cara. Sobre él luce una magnifica toca de malla de oro bordada en oro, obra y regalo de D. Juan Peña, artista y colaborador de esta Cofradía. Tocando la cabeza de la bellísima imagen va una magnífica diadema del S. XIX, delicadamente repujada en plata maciza con detalles dorados. Esta Dolorosa, de inmaculada belleza, lleva en la procesión un vestido de gran valor, realizado en terciopelo negro bordado en oro por las Religiosas Adoratrices del Convento de San José de Badajoz; presentando ricos motivos vegetales y el escudo de la Virgen. Llama la atención, a la vez que acentúa el aire antiguo de esta Dolorosa, los extremos del fajín, que caen a lo largo del vestido, del mismo material que aquél y bordados en oro con simbología de la pasión.
Las actuales manos de la Virgen de las Lágrimas se realizaron en 1989 y son obra del entallador local Ramón García Mora, con diseño y policromía de Santiago Arolo Viñas. Éstas van entrelazadas en actitud orante, lo que aumenta el carácter piadoso de esta magnífica imagen. De ellas pende un pañuelo blanco y dos rosarios; uno, de azabache muy antiguo, y otro, de cristal de roca donado por sus costaleros.
Un maravilloso manto de terciopelo negro, de gran valor artístico, cubre a la imagen, salpicándose el enlutado fondo con orquídeas bordadas en oro. El magnífico trabajo, a juego con el vestido, se completa con el bordado del escudo de la Virgen bajo corona real y con la rica y cuidada filigrana vegetal que rodea el contorno, todo ello realizado en hilo de oro. El manto fue regalado a la Santísima Virgen de las Lágrimas por las señoras Dña. Carmen y Dña. Antonia de Miguel en el año 1910. Un pañuelo de la época recoge la información de este trabajo: “Se empezó a bordar y bordó el lado izquierdo de la cenefa, el Ave María y la corona la Sra. Dña. Teresa García; y, al fallecimiento de ésta, se hizo cargo de él su discípula, la Srta. Genoveva Sabater Martínez, auxiliada por la Srta. Teresa Villarroya y por la Exma señora Dña. Nicanora Sabater Campos. Se empezó en octubre de 1909 y se terminó el 16 de marzo de 1910”. El manto fue pasado a nuevo terciopelo por las monjas Adoratrices de Badajoz, las cuales le añadieron algunos bordados.
La Virgen posee otro manto para el camarín, también de terciopelo negro y bordado con aplicaciones de oro por las camareras de la Virgen.
La advocación de las Lágrimas parece tener origen franciscano “JUXTA CRUCEM LACRIMOSA” y se origina frente a la opinión de San Ambrosio, que negaba que la Virgen hubiera llorado.
8-Dónde verla
En el apartado “La Procesión” ya se hace una semblanza de la misma, destacando los lugares más señalados y emotivos. Añadir que el espectador tendrá varias posibilidades para contemplar el cortejo; desde momentos tremendamente emotivos, como son la salida y la entrada, dada la dificultad y el fervor con que lo viven los asistentes, hasta calles estrechas y recoletas donde se acentúa el patetismo del desfile, pasando por amplias avenidas como el lateral del Paseo de San Francisco o la Avenida Juan Carlos I.
Hay que añadir que para los amantes de la Semana Santa será un auténtico placer vivir una salida o entrada de esta procesión al ritmo de las marchas procesionales y sacras que interpretan la Banda de la Brigada XI del Regimiento de Castilla, que rinde honores, y la de la Cruz Roja, transformada ya en Agrupación Musical de la Asociación de Costaleros de San José; tradicional acompañamiento de esta procesión.
9-Cultos
La Cofradía dedica un triduo a la Virgen de las Lágrimas la semana antes de pasión, que finaliza el Viernes de Dolores con un solemne besamanos a la imagen. A continuación de este acto, se celebra un sencillo Vía-Crucis al Cristo Crucificado por los alrededores de la Iglesia de San Agustín, siendo portado sin andas por cofrades y costaleros de la Asociación San José, acompañando el cortejo personas de paisano.
10-Obra social
Dada la escasez de recursos económicos con que se ha manejado la Hermandad del Santo Entierro de Cristo, no se lleva a cabo una gran labor social; lo que no es óbice para que su Junta Directiva, y especialmente el alma de la misma, D. Amador Gómez, se desviva para recabar fondos para la misma y dar una cena de Navidad a los necesitados.
Como todas las cofradías de Badajoz, entrega un cinco por ciento de sus ingresos y un uno por ciento de sus gastos al obispado pacense para obras sociales.
11-Hábitos de los Nazarenos
Túnica y capa de color marfil, capirote del mismo color con caída larga triangular a la espalda rematado con un borlón rojo y el escudo de la Cofradía (una gran cruz de Santiago, con corona de espinas y el Ave María) en el pecho. Cíngulo rojo, guantes blancos y zapatos negros con hebillas plateadas y rojas.
Además, esta procesión lleva el acompañamiento de las representaciones de las demás Cofradías de Badajoz.
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