LA ERMITA PRIMITIVA Y EL NUEVO TEMPLO
Se
halla situada en la capitalidad de la Archidiócesis Extremeña, a
poca distancia de la catedral metropolitana, en la ciudad de Badajoz.
A la orilla de las aguas del ría Ana, tras la muralla Vauban, trepa
una calle que desembarca en la plazuela de la Soledad, en pleno
casco urbano, sobresaliendo las torteas de la ermita.
Muchas cosas se han cambiado en el templo, desde que se abrió al culto el último tercio del siglo XVII, incluso su ubicación. Pero una cosa ha permanecido siempre la misma: la Imagen venerada de la Soledad.
El peregrino que llega por primera vez en alas de la fama de la Virgen, queda un tanto decepcionado del santuario cuando contempla su relativa pequeñez y simplicidad.
Ermita Primitiva
Una vez aprobada la Cofradía el 3 de abril de 1664, la imagen napolitana es colocada temporalmente en el convento de S. Onofre, sitio en la calle Pozo – actualmente la confluencia de la calle Menacho y la gran Vía-, bajo la custodia de las monjas jerónimas, hasta que se construye la primera ermita entorno al año 1670 sobre unas casas de la calle Aduana –hoy Francisco Pizarro- con puerta principal a la plazuela de los Generales.
La Junta de Gobierno gestiona la construcción de la ermita en el campo de San Francisco, según ordenaban las constituciones fundacionales (art. 2). Pero ante la generosidad del Duque de San Germán que ofrece unas casas –próximas a la capitanía militar- compradas a sus expensas para dicho fin, donde se levantó el edificio.
La ermita era estilo barroco en la fachada de mármol con una hornacina con la Virgen, siendo rematada con una espadaña con tres campanas. Aparece en el fondo una cúpula ligeramente elevada.
En su interior se hallaban las sagradas imágenes del Cristo de la Paciencia, Ntra. Sra. Del Carmen, San José, Ntro. Padre Jesús Nazareno y Ntra. Sra. Del Pilar. Antes del 1764 se construye un suntuoso retablo de piedra de jaspe, con cuatro columnas de ornamentación corintia, donde se ubica el camarín de la Virgen de la Soledad.
Cayó una bomba en 1813 durante el Sitio que sufrió la ciudad por los franceses. A pesar de las diversas obras realizadas, al construirse el edificio de la Giralda sus muros se resentían en 1925, y será sustituida por la que se proyecta de nueva planta.
Las piedras de la portada con la imagen marmórea fueron instaladas en el parque infantil de auditorio, el 1954, gracias a la generosidad de Dª. Teresa Thornas, siendo alcalde D. Antonio Masa Campos.
Nuevo Templo
El primer proyecto del arquitecto catalán Javier Turull data de 1928, siendo el definitivo firmado en 1931 por Martín Corral Aguirre. Se inaugura la capilla auxiliar el 7 de julio de 1935. Posteriormente continúa el arquitecto Pedro Benito Wateler, que transforma la puerta, haciéndola de granito oscuro y de estilo clásico, en 1951. La terminación de la Capilla Mayor no se ha producido hasta el año 1986, bajo la dirección de Manuel Casado. La última planta destinada a salón de juntas y actos de la Hermandad, secretaría y archivo aún está inacabada.
El edificio alza su esbelta silueta, como queriendo abrirse camino en único espacio disponible hacia lo alto. Se construyen dos capillas superpuestas, única en su género en la arquitectura religiosa bajoextremeña.
La generosidad de Dª. Joaquina Acosta, devota y cofrade de la Hermandad, lega una casa para construcción del nuevo templo, con la condición retroactiva “que en el supuesto de que el 30 de diciembre de 1930 no hubiera techada y cubierta de agua, volvería la propiedad a los lejanos y legales herederos”.
“La construcción es de hormigón armado, fábrica de ladrillo, pavimentos de mármol y baldosín hidráulico; los elementos decorativos y ornamentales de ladrillo prensado al descubierto, mármoles, cerámica, bronces, mosaicos y pinturas”.
Interiormente, la ermita dispone de siete plantas, de las cuales dos están con naves bien diferenciadas:
La inferior es más antigua y está decorada con artesonados y piso de mármol blanco. La impresión que se recibe es de soberano dominio ante el vetusto camarín. En él la Imagen de la Virgen, figura de vestir de 125 cms. de altura, en actitud genuflexa, con manos entrecruzadas a la altura del pecho, cabeza ligeramente inclinada hacia el lado derecho y piernas sin construir para facilitar la funcionalidad. En la cabeza una corona en forma de diadema. Apoya sobre un cojín que descansa en una base de época posterior y a su vez en una peana de mármol. Un elemento metálico sostiene una ráfaga que la circunda. Debajo el sagrario con puerta de plata y frontal y basamentos, todo en armonía con la masa marmórea. Por último tiene montado un altar de madera con ambón y sede en madera nogal y asilado el retablo.
A derecha e izquierda, se abren, dos altares laterales en los huecos; uno dedicado al Cristo de las Misericordias, y otro a la imagen de Jesús amarrado a la columna o Cristo de la Paciencia.
En la parte lateral derecha hay una inscripción que dice: ‘Aquí yacen los restos de D. Joaquín Melesio del Campo y de otros ascendentes de la familia Lopo Molano del Campo y de varios bienhechores del culto de la Santísima Virgen de la Soledad que estuvieron enterrados en la primitiva ermita hasta que fue derribada para construir este templo’.
Era costumbre general el enterramiento en las iglesias hasta el
siglo XIX. El traslado de las cenizas perpetua la continuidad de
los devotos.
Por dos empinadas escaleras con balaustradas, que confluyen en otra principal, se asciende a la capilla principal, encontrando en la escalinata dos imágenes de gran calidad del s. XVII: el Ecce-Homo y el Cristo de la Victoria.
La Capilla Mayor es de gran belleza, decorada en estilo neobizantino y réplica del salón del trono de Luis “El Loco” de Baviera, que se lleva toda la atención religiosa del lugar. Es una planta basical sobre dos filas de columnas se desarrolla paralelamente una larga procesión de capiteles neobizantinos, cerrados por arcos de medio punto. La tribuna, reservada a los hermanos, en el piso superior amplia concepción del espacio. La bóveda se abre y dilata hacia el espacio celeste. La techumbre bien trazada y exornada.
Al fondo, dominándolo todo, el ábside es cubierto don gran riqueza, convirtiéndose en trono y dominio del Pantócrato que desde allí preside en ademán de bendecir. En ella destaca su profunda decoración policromada. El espacio celeste no permite una delimitación o acotación de los fondos y por eso el oro los recubre sin interrupción. Los espacios murales vienen a representar los Santos Pedro y Pablo y los cuatro evangelistas, así como el cielo, la tierra y en suma, el cosmos. Apenas tiene cabida la hornacina para la imagen venerada de la Soledad, que se transporta por un elevador.
En el espacioso presbiterio se sitúa un altar de piedra, bendecido por el obispo de la diócesis D. Antonio Montero Moreno, el 3 de octubre de 1986, con lo que se ponía fin a las obras, que duraron más de medio siglo y que gracias a la contribución de las Señoras Justa y Leonor Ollores Navarrete, hoy podemos admirar.
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