CONVENTO DE LAS FRANCISCANAS DE SANTA ANA
 El “Cristo de la Salud” perteneció a los marqueses de La Lapilla y estuvo en su oratorio particular. Los marqueses de La Lapilla fueron patronos del convento de Santa Ana y tuvieron su casa – palacio en la vecina plazuela de la Soledad. La imagen fue donada al convento por expresa voluntad de los marqueses, según expresaron en testamento, así como un retablo y una lámpara para iluminarlo. La imagen de este Cristo atado a la columna, de efectista y barroca postura, fue reproducida en las pinturas murales del claustro por Clemente García Mures, lo cual evidencia la gran devoción de que gozó en la época.
En este lado del evangelio se conserva un púlpito de rejería y un tornavoz en madera dorada y pintada rematado con símbolos franciscanos, ambos de la primera mitad del siglo XVIII.
En el segundo tramo de la nave, una escultura de “Santa Lucía”, en madera dorada y policromada, con bandeja, palma de mártir y corona de plata. La imagen, estilísticamente, puede corresponder a los primeros años del siglo XVII.
Sobre la imagen de “Santa Lucía” cuelga un óleo sobre lienzo de buena factura con el tema de “La Oración en el Huerto”, obra del siglo XVII.
En el último tramo de la nave, costados del evangelio y de la epístola, están expuestas las imágenes procesionales modernas de la Hermandad del Resucitado.
A los pies de la iglesia, entre los coros alto y bajo, óleo sobre lienzo de la primera mitad del siglo XVIII con el tema de la “Anunciación”, obra procedente de un taller local de primera fila que muy bien puede atribuirse a la mano del ya reiterado pintor de origen y formación sevillana, Alonso García Mures. En el lienzo está representado el escudo nobiliario de don Gabriel Bernaldo de Quirós y Velasco, marqués de Monreal, que sería el comitente que encargaría la pintura que pensamos formaría parte de un retablo. De ser así, cabe la posibilidad de que la “Anunciación” proceda del antiguo convento de Madre de Dios, actual iglesia de San Andrés, del que el marqués de Monreal fue patrono y cuyo escudo timbra una de sus portadas y figura igualmente en el lienzo ya comentado de “San Antonio Abad”.
En el primer tramo de la nave el costado de la epístola, retablo tardo – barroco en madera dorada del último tercio del siglo XVIII. Está decorado con pinturas y rocallas de estilo rococó. Consta de dos cuerpos y una sola calle. En el cuerpo inferior, en una hornacina entre columnas, talla en madera de la “Inmaculada” que preside el retablo y, en el superior, “Custodia” en madera dorada y policromada de principios del siglo XVIII con el corazón de Jesús ensangrentado en el centro del sol y orlado por un rayal con cabezas de angelotes. Esta Custodia, probablemente, sería concebida originalmente como remate de un “Monumento” de Semana Santa.
Sobre este retablo, óleo sobre lienzo del “Éxtasis de San Francisco” de la segunda mitad del siglo XVIII.
El coro bajo está presidido por un “Calvario” del siglo XVI que
utiliza técnica mixta, ya que el Crucificado es una talla y la Virgen
y San Juan son pinturas sobre tabla. En el coro también existe un
“Cristo atado a la columna con San Pedro arrepintiéndose”, estilística
e iconográficamente próximo a la obra de Luis de Morales, de finales
del siglo XVI o principios del XVII. Junto a estas dos piezas de
gran valor artístico se conservan en el coro otras de los siglos
XVI al XVIII, como una “Huida a Egipto” de 1633 del pintor madrileño
Antonio Monreal, una “Inmaculada” del siglo XVII de Juan Fernández
Molina, la “Santa Rosa de Lima” del siglo XVIII de Antonio Palomino
y tres pequeñas tallas en madera que representan un “Crucificado”,
la “Inmaculada” y “San Francisco”, todas obras del siglo XVIII.
Entre las dependencias del convento de Santa Ana existe un claustro de estilo mudéjar del siglo XVI, transformado por importantes obras de restauración llevadas a cabo en la primera mitad del siglo XVIII y las efectuadas en los últimos años de la década de 1980, cuyas cuatro crujías de ambos pisos se cierran con arcos escarzanos. El claustro está decorado con pinturas murales realizadas entre 1759 y 1760 por Clemente García Mures, cuyas escenas se enmarcan por grecas y orlas florales. Estas pinturas, que llegaron a decorar los dos pisos y otras zonas de la clausura, como evidenciaron las obras de la década pasada, desarrollan un amplio programa iconográfico muy en consonancia con el sentir, la historia y la devoción franciscana, en general, y de esta comunidad, en particular.
En la actualidad, se adaptan algunas dependencias del convento con objeto de destinarlas a museo donde recoger el importante patrimonio mueble que atesora la comunidad. Cabe señalar la importancia, entre otros, del fondo de orfebrería con piezas datadas entre los siglos XVI y XIX y entre las que se encuentran dos campanillas flamencas del siglo XVI y la custodia, cruz procesional y trono de la escuela salmantina del siglo XVIII. << Anterior |
