CATEDRAL DE BADAJOZ
Conquistada la ciudad el 19 de marzo de 1230 por Alfonso IX de León, con la ayuda de las Órdenes Militares de Santiago y Alcántara, al rey moro Abenhut, se decide, para que las nuevas ceremonias litúrgicas cristianas puedan celebrarse inmediatamente, adaptar la mezquita de la medina o ciudad musulmana al nuevo culto religioso bajo la advocación de Santa María del Castillo. Este hecho, muy común, por otra parte, durante todo el proceso de reconquista que hubiera preocupado a la conciencia religiosa de otros períodos históricos, viene dado por dos motivos: uno de índole práctico, el comienzo inmediato de los nuevos ritos religiosos cristianos, y otro de carácter espiritual, el hecho de estar ocupando, al fin y al cabo, un edificio consagrado por una religión, la musulmana, con la que se había convivido pacíficamente. No debemos olvidar que otro tanto sucedió con muchas mezquitas musulmanas que se asentaron sobre antiguas iglesias visigodas. Es más, en numerosas ocasiones, caso de las catedrales de Sevilla y Córdoba, no sólo se reaprovechará una mezquita sino que en el momento en el que se decide levantar un nuevo edificio se hará sobre el mismo solar. A estos dos motivos hay que añadir, indudablemente, el hecho de una imposición religiosa que refrenda claramente el nuevo dominio político y militar, pero no lo debemos tener como acusa exclusiva y, tal vez, tampoco la más importante.
Inmediatamente después de la conquista de la ciudad, ésta se convierte en sede episcopal y es nombrado Fray Pedro Pérez primer obispo de Badajoz, quien en 1232 decide comenzar la nueva Catedral. Para ello contará con una serie de privilegios concedidos por Alfonso X.
¿Cuál o cuáles podrían ser los motivos para abandonar, tan rápidamente, un edificio que llevaba pocos años utilizándose y elegir un nuevo sitio fuera de las murallas protectoras de la antigua alcazaba musulmana? Sobre todo teniendo en cuenta la posición fronteriza que ocupaba la ciudad con respecto al mundo musulmán, y la situación de inestabilidad social y económica provocada por la conquista y la consiguiente repoblación, como lo manifiestan los enfrentamientos entre bejaranos y portogaleses. Se nos ocurre, sin eliminar ninguna posibilidad, dos motivos: uno, el crecimiento relativamente importante de los arrabales o barrios extramuros, y otro, aún más importante, la presencia anterior en el Campo de San Juan de una iglesia mozárabe desde el siglo X. Su existencia está atestiguada por unas lápidas, hoy desaparecidas, encontradas en 1520 y recogidas y transcritas por Ascensio de Morales y el canónigo Rodrigo Dosma. El mismo Mélida señala que no es verosímil que la cripta de la actual Catedral se hiciera como simple capilla, a no ser porque debió coincidir con una construcción anterior, como es el caso de la basílica visigoda encontrada por Mélida en la Catedral de Palencia. De ser así, en torno al Campo de San Juan se encontraría la antigua mozarabía de la ciudad de Badajoz. Por otro lado, el peligro que representaba la construcción de la Catedral fuera de las murallas de la alcazaba nos lo atestigua el mismo aspecto exterior de fortaleza que presenta y que no puede explicarse solamente por un mero sentido estético.
El nuevo edificio fue consagrado por el tercer obispo de la sede pacense Fray Lorenzo Suárez, quien ocupó dicha dignidad entre 1273 y 1280.
El cuerpo de la Iglesia se construye entre la segunda mitad del siglo XIII y finales del XIV. Puede llamar la atención el que se dilatara tanto tiempo su construcción, pero hay que tener en cuenta varios factores que lo explican: la pobreza económica del cabildo, la relativamente escasa población con la que debió contar la ciudad y su penuria económica, la inexistencia de una burguesía rica, la sucesión en la sede episcopal que podría retardar los planes e incluso cambiarlos, la ya mencionada inestabilidad económica y social provocada por el proceso repoblador y las guerras civiles castellanas, que, casi sin interrupción, se extienden desde el último cuarto de siglo XIII al último cuarto del siglo XV.
Podemos establecer una serie de fases en la construcción del complejo catedralicio:
1- Segunda mitad del siglo XIII hasta el último cuarto del siglo XIV. Durante este período se proyectaría la planta de cruz latina de la Iglesia con tres naves y tres ábsides poligonales y un crucero que no llegó a cubrirse. La nave central y la del crucero, como es normal, son de mayor altura que las naves laterales para poder permitir la iluminación del interior por medio de ventanales. Durante esta fase sólo se levantó la cabecera y el crucero. También se levanta un claustro situado en el mismo solar que el actual, pero de dimensiones más reducidas. Los ábsides se cubren con bóveda de, crucería simple, mientras el primer tramo de la nave central lo hace con bóveda de doble tracería.
2- Último cuarto del siglo XIV y primera mitad del siglo XV. Se cubre el crucero y se levantan dos nuevos tramos de las naves, cubriéndose todos ellos con bóvedas de crucería simple. Se fija además la colocación del resto de los pilares de las naves.
3- Segunda mitad del siglo XV. Se construyen los tres últimos tramos de las naves con las mismas características de cubierta y se proyectan dos torres a los pies del edificio, de las que sólo se levantará una, la del lado noroeste.
4- Siglos XVI y XVII, hasta 1662. Se añaden las dos naves de capillas, se construye el nuevo claustro, se remata la actual torre y se construyen las tres portadas.
5- Último tercio del siglo XVII y primer cuarto del XVIII. Reforma de la cabecera, en la cual desaparecen los ábsides poligonales que se sustituyen por testeros planos. Construcción de la sacristía, la sala capitular y otras dependencias auxiliares.
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